martes, 4 de agosto de 2020

LA MUERTE DE JACINTO



Cuando Jacinto se levanto de su cama, sintió un dolor muy fuerte que le apretaba el corazón, como si se hubiese quedado dormido por mucho tiempo. Asustado se volteo hacia su hombro izquierdo, preguntándole a la muerte si se lo iba a llevar. Pero la muerte no le contesto. Al pasar el tiempo Jacinto mejoró y se olvido de aquel percance.
Jacinto era un hacendado de buenos negocios y de mucho dinero y siempre que se sentía enfermo le preguntaba a la muerte por su situación de salud, esta nunca le contestaba.  
Tomaba esto como una respuesta que decía: -- ¡Aún no te he tocado!
Desde ese día Jacinto quedo marcado por el destino, pensó tanto en su muerte que decidió desde ese momento arreglar todos sus bienes materiales, la funeraria, el sepelio. Habló con el cura para la confesión y así alistarse un lugar en el cielo. Se compró un seguro de vida y arreglo la herencia de su propiedades a sus hijos. hizo todo hasta olvidarse de aquel asunto, dándole un gran alivio. 
Los días pasaron y Jacinto siguió con su vida multiplicando sus riquezas y bienes. Sus tres hijos se casaron sin asistir nunca a la bodas de cada uno, cuando se enfermaron tampoco asistió a verlos. 
Un día su esposa lo invito a pasearse por el jardín de la hacienda para ver juntos un bello atardecer, donde flores, árboles y aves revestían de alegría aquel lugar. Pero Jacinto con un tono muy frío e indiferente --dijo que no tenía tiempo para esas cosas. Su esposa viendo la insensibilidad de su esposo, entristeció y calló. 
Los días siguieron pasando, llegó el día de su cumpleaños. Todos estaban presente, hijos, esposa y nietos para darle un abrazo o un beso de felicidad. Pero Jacinto no llegó. Se quedo vendiendo una buena cantidad de ganado a otro hacendando. Paso el tiempo y todo se olvidaron de ese momento. 
Fue en una tarde de invierno cuando Jacinto se asomó por la ventana y dijo: -- ¡Qué invierno más feo! No lo deja trabajar a uno. Al otro día hizo calor y dijo: -- ¡Qué sol más horrible!
Un hecho que pasó sin mayor atención. Mientras su esposa disfrutaba del invierno y el verano, Jacinto seguía con sus repeticiones cotidianas y aburridas.
Pero esto no era todo. Jacinto aveces escuchaba que hablaban muy mal de él, se decía que era un Mezquino y mal patrón y eso no le gustaba. Tanto se enojaba que terminaba echando a más de un empleado de la hacienda. De esta manera  defendía su propia imagen a capa y espada.
Todos los fines de semana su esposa lo invitaba a una caminata para disfrutar de las tardes, pero él siempre posponía su invitación argumentando estar siempre ocupado.  --Mañana, otro día decía con cara de obstinado.  
Con los años Jacinto se había hecho más duro y más frío, a pesar de  aquel encuentro cercano con la muerte y otros más. Se había olvidado. De pronto un día Jacinto sintió de nuevo un dolor fuerte en el pecho. Parecía morirse. Esta vez mucho más fuerte. 
-- Hasta aquí me la prestaron --dijo Jacinto. Hospitalizado  preguntó de nuevo a la muerte por su destino, voltio hacia su hombro izquierdo  gritando: -- ¿Si me vas a llevar dime. Por que ya tengo todo arreglado? Ya he cumplido con la vida.  
Esta vez la muerte si le contesto: --- Veo que has arreglado todo y que no se ta olvidado nada. Has puesto en orden tus cosas materiales, pero tu vida sigue siendo un desastre. Te sientes importante. Has vivido como un inmortal y por que te has sentido como un inmortal, te has permitido postergar para un mañana inexistente, las decisiones y acciones que solo hoy podría ejecutar.
Has reprimido tu afecto negándote a expresarlo, olvidando que el único tiempo para tocar, acariciar y encontrarse es hoy y que en cualquier caso sería muy breve.
Nunca has apreciado la belleza de este mundo, has aprendido a verlo todo feo, nunca has visto la belleza de una flor.
Te la has pasado haciendo dinero, defendiendo tu imagen a capa y espada, abandonándote a sentimientos de odio, rencor, ofensa y mezquindad.
 Te has preocupado por pequeñeces hasta el punto de la depresión y la angustia.
Te has quejado por todo y te has pasado acumulando riquezas. Has sido impaciente hasta sentirte derrotado. Por lo tanto tu vida es y a sido siempre un desastre. Te dí el tiempo necesario y las señales para que puedas ver y cambiar tu vida. Tu orgullo y pedantería lo arruino todo. -- Te doy sólo hoy para que arregle tu vida le dijo la muerte. En verdad nunca hubo ni hay tiempo. Acá no sirven los lamentos ni las dudas. solo las decisiones. Como cazadora de almas no tengo prioridad para nadie. 
Jacinto se quedo pasmado pensando seriamente en su vida por primera vez y creyendo que la muerte lo iba a perdonar. Mando a llamar a toda su familia, hijos esposa y demás parientes.
Cuando llegaron todo a su lecho de muerte, todos hablaron con su padre. Él se disculpó con todos y les dijo que los quería mucho y que si salía de su situación grave, iba ser muy diferente con todos.  Todos mostraron un poco de afecto hacia él, nadie lloró, otros se fueron muy callados pensando en la herencia que les tocaba a cada uno. Su  esposa fue la última en salir de aquel lugar donde yacía moribundo Jacinto Ella con voz muy tenue y triste se  despidió de él con un beso en la frente  -dijo: -- Adiós esposo mío. 
Jacinto sólo la vio alejarse con ojos casi cerrados, hasta perderse. Mientras Jacinto le volvía a preguntar a la muerte: ¿Y ahora qué?   
-- Ahora que de qué?.  --Ya estás muerto hace mucho, sólo que hace mucho no lo sabías. Perdiste el alma cuando te obsesionaste por todos tus bienes materiales y riquezas. -- Ahora mira por la ventana de la vida, Tus tres hijos ya se olvidaron de ti, pues ya no registran recuerdo o que fuiste su padre. Administran el negocio y las riquezas que dejaste, siguiendo el mismo camino.
Tu esposa se volvió a casar y regaló todas tus pertenencias a esos pobres que vos con tanta indiferencia despreciaste. Ahora mira tu tumba,  nunca nadie va a visitarte al cementerio ni el día de los muertos ni el día del padre ni el día de tu cumpleaños ni navidad. No hay peor sentir que la soledad de una tumba en el olvido ni peor decepción que creerse vivo sin a verlo estado nunca dijo la muerte.
 La muerte calló y Jacinto solo cerro los ojos, tragado por la oscuridad de una noche sin tiempo.                    

    
    .                  




    

No hay comentarios:

Publicar un comentario

UMA Y LOS TRES ESPEJOS

  UMA Y LOS TRES ESPEJOS Uma era una mujer que tenía tres espejos, uno en la sala, otro en la habitación y el otro en el baño.Tenía diferent...

EL AURA DE LOS CRISTALES