sábado, 3 de septiembre de 2022

UMA Y LOS TRES ESPEJOS

 

UMA Y LOS TRES ESPEJOS

Uma era una mujer que tenía tres espejos, uno en la sala, otro en la habitación y el otro en el baño.Tenía diferentes formas de ser. Aveces estaba triste y otra veces alegre o aburrida. Cuando iba al baño cantaba alegremente frente al espejo. Cuando estaba en la sala se veía y se maquillaba, transformándose en otra mujer y cuando estaba en la habitación en plena soledad se veía triste y aburrida. Ella pensaba que los espejos influían en su energía y que la causa de sus problemas emocionales radicaba en ellos, por eso un día decidió cambiarlos de lugar, pero esta idea no cambió para nada sus estados emocionales. Todo seguía de igual manera,  entonces se le ocurrió taparlos, pero tampoco dio resultado. Nada parecía solucionar aquella personalidad variable. Se le había metido en la cabeza que la culpa de sus estados anímicos eran los espejos. Así fue como un día, viéndose frente al espejo de la habitación, decidió poner los tres espejos juntos. Al verse entre ellos se asombró, pues los tres espejos reflejaban tres estados anímicos distintos con un mismo rostro. la energía anímica de sus gestos se había impregnado permanente en los espejos. Uma se impresionó y reflexionó, vio a su perro y lo coloco en medio de los tres espejos y este asustado de ver tres perros frente a él, ladró, y ladró hasta retirarse ladrando. Luego pensó en el gato y el gato salto, maullando y rascando los espejos con sus uñas luego se retiró. 

-Bueno parece que no saben que son ellos mismos dijo Uma. - Pero yo si sé sé que soy yo y que soy también las otras tres de los espejos. Nunca pensé sentirme tan acompañada como hoy. Hoy me he visto por primera vez en mis tres dimensiones de espejo,  a pesar que los espejos sólo parecieran reflejar lo de afuera. - Ahora si sé, lo que yo irradio, eso proyecto,- volvió a decirse Uma:  - Solo había un espejo donde nunca me he visto y ese espejo es, el espejo de mi alma. Aquí las máscaras no existen, ni existe la soledad del que nunca se ha sentido acompañado de él mismo.  

Uma voltio su rostro, sonrió muy tranquilamente y desde ese día nunca más volvió a sentirse sola, triste y enojada entre los espejos. beso a su perro y acarició su gato y sobre todo, se sintió amada por ella misma y muy reconciliada en sus tres estados.  Acompañada por sus tres espejos que le sonreían, como ella misma les sonreía.    




LA CARA DEL MIEDO

 LA CARA DEL MIEDO

 

 Todas las noches se persignaba y rezaba para alejar los demonios imaginarios de su cabeza. Nunca apagaba la luz a la hora de dormir. Se cobijaba de pies a cabeza.  Cuando escuchaba ruidos le parecía oír los  pasos de un animal. Vicente sólo tenía trece años y un hermano menor que lo acompañaba en cama separada. Sus padres eran muy religiosos. Una noche se le olvidó rezar y apagar la luz, pero al escuchar aullar un perro, se despertó y se le heló la sangre de pies a cabeza, corrió hacía la cama de su hermano, se persignó  y lo abrazó, quedando en un silencio total. Se calmó y entre las sábanas vio con el rabillo del ojo dos chispas que salían de la oscuridad. -- !Dios mío que es esto!  -- dijo Vicente. En sus adentro se imaginaba que eran los ojos del mismísimo diablo.

   Las dos chispas se paseaban por la habitación. Temeroso siguió en la cama sin encender el foco de luz, Se tapó los ojos, pero le nació una inquietud: La curiosidad de enfrentar aquella situación, como si apelará al valor de su espíritu. Con un profundo desconcierto prendió la luz y todo estaba normal. La noche siguió su curso, Vicente se quedó dormido, de pronto se oye crujir una puerta, se despierta, queda paralizado, su cuerpo tiembla y la comisuras de sus labios se dilatan, no puede gritar, logra prender la luz, se vuelve a quedar inmóvil hasta que logra ver que no no hay nada al alrededor. - ¿Qué me está pasando? Se dice así mismo. 

Sus manos están sudadas, sus pupilas brillan, Vicente ya no puede reconciliar el sueño. Se asoma al espejo, tiene un gesto gastado con ojeras. Cerca del espejo hay un cristo pegado a la pared, lo toma y se lo mete al bolsillo para agarrar valor. La luz del resto de la casa  sigue apagada, las tinieblas lo rodean. La casa está en silencio. Vicente se siente seguro con el cristo  y sin darse cuenta se le cae del bolsillo, sigue caminando hasta que llega a la puerta del patio, creyendo que aún lleva el cristo. De pronto oye ruidos, alza la voz y  pregunta en medio de aquel silencio de la noche - ¿Quién anda por ahí? Pero para su asombro percibe una madrugada llena de paz con cienes de luciérnagas en el jardín, llena de insectos que cantan  y  un cielo iluminado de luna llena y millones de estrellas que iluminan el firmamento. Fue entonces cuando se dijo así mismo: - Nunca pensé que la noche fuera tan bella y maravillosa. Lo que me he perdido en toda mi vida. ¡Cuánto asombro escondido hay en la noche!

 ¡Cuánto silencio que aturde el alma y enmudece el espíritu! Fue  entonces cuando se escuchó un maullar muy cerca de la habitación y un viento conciliable que movía las puertas en toda la casa, En ese  instante se sintió libre y exclamó: - ¡ah la obscuridad siempre estará ahí, pero las puertas del infinito estarán siempre abierta a la libertad!

y solo enfrentando el miedo se vence el miedo        

LA ÚLTIMA PARADA

 LA ÚLTIMA PARADA DE CORNELIO

 Me encuentro en la funeraria La Ultima Parada del cementerio Santa Rosa. Pero estoy aquí más tieso y frío que un palo al garete. Estoy confundido, alrededor mío hay gente y flores. Tengo ganas de estirar las patas y no puedo. Sin embargo para ellos ya las estiré. Parece que me compraron una caja chica eso fue. ¡Qué desgracia la mía! Siento alergia y picazón y no puedo rascarme el trasero. Oigo a doña Margarita llorando y me pregunto y esta vieja chota por que llora tanto. Luego de haberme hecho la vida imposible. Es la suegra de mala muerte y hablando de muerte ahora recuerdo como pasó todo.

Estaba tomándome unos tragos con mis amigos en la cantina La Piragua, me despide de ellos y al cruzar la calle sentí un golpe que me mando a contar estrellas contra el caño y allí me quede sin poder moverme. Recuerdo que un perro llego a orinarme. La ambulancia llegó después y los curiosos se amontonaron, uno de ellos grito y dijo: -se murió  Cornelio el Piruca, -parece que me conocía. Quise ahorcarlo pero allí tendido no podía hacer nada. En la bulla me robaron la billetera y los zapatos. Me montaron a la ambulancia y creí que me llevarían al hospital y en vez de llevarme a sala de emergencia me llevaron a la morgue. - ¡Qué mala leche la mía adonde fui a parar! - me dije. Vi como el doctor me miraba. Le quise preguntar por qué me miraba así, pero era imposible. Él no me iba a escuchar. Entonces preguntó si tenía seguro de vida y por ahí se escuchó una voz femenina diciendo que no, que no tenía ni donde caer muerto, era mi esposa María 

 - Pero si ya caí muerto y fue de un sólo sopapo – dije. Pero era inútil nadie me escuchaba. Mi esposa medio enojada  le decía al forense que por culpa de mis bebidas y amigotes de alcohol, escribí mi propio destino. - Yo se lo decía que no bebiera tanto que un día el alcohol lo iba a matar -. 

- Ve que esposita más tonta - ,  -primero el alcohol no me mato, y segundo quien me mato fue un estúpido en su vehículo que se dio a la fuga -- dije.

Bueno. - dijo el forense después de haberme examinado y haberme puesto una sábana blanca encima. - El cadáver ya está listo, llévenlo que le pongan los santos olios. 

-- ¡Vaya, sí que estoy de suerte.  - Soy ateo -dije, para que quiero esa boludez. Como quisiera decirle que acá no hay nada más que el suplicio de no poder moverme y no poder hacer nada, ni rascarme el trasero, un verdadero infierno. Luego de todo esto, me llevaron a la capilla del cementerio y a la par la funeraria LA ULTIMA PARADA.  Había poco gente, el cura dio la misa y me hecho su bendición diciendo:  -.Que Dios perdone el alma de este pobre hombre y le de paz a su familia. --Tenga por seguro que habrá paz señor cura --

dijo una voz que salia entre la gente que había,

-- Ve que idiotas - me dije,- Ahora resulta que soy el malo de la película. Bueno, ahora ya estoy aquí y no tengo más que esperar.  Sólo espero que me den el último adiós, algunas lágrimas y un ramito de flor. 

 

Sigo  en la Ultima Parada.

Estoy viendo la vitrina de mi ataúd, cuando de repente alguien llega y me pega un susto que sentí el alma por fuera. Es mi amigo, el alero de mis borracheras, tenía el rostro deformado de tanto beber, lloraba a moco suelto, quise decirle que se callará para que no me diera color de alcohólico, pero el muy bruto seguía con una botella de agua ardiente, tambaleándose y llorando sobre mi féretro, alguien le dijo que se fuera, hizo caso, pero antes dejo dentro de mi ataúd la botella de agua ardiente. Mi esposa habla y dice: - Eso estuvo bien para que no le de sed en el más allá. 

- ay dije si supiera María que no es sed lo que tengo sino angustia e incertidumbre.

Estoy consciente, Todos pasan viéndome, veo las caras de la hipocresía no puedo creerlo. tampoco puedo beber un trago de la botella, veo a mi esposa que se va sin derramar una sólo lágrima. El cura echa la bendición   

Aún no sé qué pasará, Están casi por echarme la última palada de tierra. Se pondrá todo oscuro y luego los gusanos, no quiero ni pensar y lo peor de todo, seré olvidado. Después de unos días mi lápida quedará abandonada.


No somos nada. Pasarán los días y los años y ni un ramo de flores tendré Me habrán olvidado. Pero como dice el dicho, mal de mucho consuelo de tonto, a ellos también les pasará lo mismo. Así que esperaré morirme por segunda vez para ser olvidado. Lo único bueno  es que está vez no va doler con el cuerpo pero si con el alma y lo malo: no podré tomar mi agua ardiente de siempre. Esto si duele. Quizás algún día de muertos, alguien llegue a mi lápida y tire una flor en ella y pueda yo sentir que no se espera en vano en el olvido.


Ahora todo se esta poniendo oscuro y la botella de agua ardiente se está derramando hasta quedar vacía en el vacío, como este cuerpo tieso y frío

en la oscuridad.                  

         


EL OLVIDADO

 TEXTO : EL OLVIDADO

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Vie 29/11/2019 19:24

EL OLVIDADO 

 

Salador García se encontró una mañana caminando sobre la lapidas de un camposanto. Trató de recordar por qué estaba ahí y como había llegado a ese lugar. No sabía de donde venía, para donde ir ni como se llamaba. Su mente no registraba ningún dato, No sabía si tenía familia, hermanos, hijos amigos o padres. 

Confundido sin poder recordar nada sobre su vida, hace un esfuerzo más por recordar. Desconoce el día en el que está y la fecha del año que corre. Siente una profunda soledad en el entorno, sospecha que es otoño, las hojas de los árboles caen sobre el sendero asfaltado. Está vestido de traje entero, luce una vestimenta que nunca había usado, sin embargo percata que tiene una botella de agua ardiente en su traje, siente sed y toma un trago. Huele a colonia y luce sin barba y bien maquillado, pero sigue esforzándose por recordar su identidad, el origen de su existencia. En medio de esta incertidumbre sus ideas van y vienen y no logra aclarar nada. A pesar de todo su olvido, vuelve su mirada al cielo y siente una paz que nunca había sentido. Un suave viento acaricia las ramas de los sauces, Es tarde  en el campo santo. Un cuervo salta de una lápida a otra hasta posarse en una lápida sucia y abandonada. Parece no ver ningún alma alrededor pero de pronto logra ver a lo lejos, gente enterrando sus deudos y llorando, esto lo hace sentir un poco animado ya que pensaba que estaba solo y olvidado, entonces decide ir donde está aquel grupo, pero el cuervo lo llama con un graznido que le para los pelos, nervioso se da la vuelta hacia donde está el ave, se acerca y logra recordar donde había estado antes. Logra leer sobre una lápida sin flores, un epitafio que dice:

 -- "Aquí descansa un alcohólico y en la casa descansamos todos." 

miércoles, 26 de agosto de 2020

EL DOLOR EN TIEMPOS DEL COVID


  Anoche estuve de guardia. Murió una chica de 16 años por covid-19. Tuve que calmar a la madre que luego  de gritar y llorar se me desplomó en los brazos, diciendo que le habían arrancado el corazón. Al volver en si, le di un vaso de agua y la arrimé a un sillón envuelta en llanto, la abrace de nuevo y no me importo el protocolo ni el corona virus ni el contagio, la apreté muy fuerte, sintió mi apoyo y solidaridad, no deje que se desvaneciera en su dolor y sufrimiento asolas. La señora me rogó que la llevará a ver a su hija y cedí a su deseo sin importar el protocolo. Mientras el padre gritaba a todo pulmón: -- ¡Ya no me importa nada, ya estoy muerto. Mi hija ha muerto! Había mucha agitación en los corredores, gente tratando que la atendieran y otras esperando. Cuando lleve al padre al salón de cuidados intensivos el señor con una mirada al cielo me decía: -- Dios se ha quedado sordo a nuestro dolor. Quizás nuestros gritos lo han dejado así. 
Yo sólo lo miraba con tristeza y comprensión. Vi que se quedo unos minutos callado, viendo el cadáver de su hija a dos metros de distancia. Esto me hizo recordar las palabras de William Shakespeare: - "Dar palabras de tristezas, el dolor que no habla teje el corazón forjado y que se rompa" 
Que sabe Dios en que lugar estas personas terminarán de romperse el corazón. - Me dije.  Cuando ya habían pasado unos minutos más  dije que ya era hora de irnos y que pasáramos por el cuarto de desinfección.  
Luego solo me quedo despedirme de ellos, diciendo que su hija iba hacer incinerada y que no iban a poder verlas más. Ellos sólo voltearon su rostro con una mirada que nunca en la vida había visto y siguieron su camino como diciéndome que la vida tiene que continuar. Me dolió.    
Tuve 5 minutos de descanso y me dirigí a sala intensiva de nuevo, cuando llegue me esperaba una señora recibiendo oxigeno Ella gritaba, diciendo que quería irse ver a sus hijos y familiares ya que tenía días de no verlos. Yo muy conmocionada le dije:
-- Señora yo también tengo tres meses de no ver a mis hijos y aunque quisiera no puedo, así que tenga paciencia por favor y resignación.  La señora solo me volvió a ver y se calló, luego pensé y me pregunte. ¿Quién en esa situación está en capacidad de comprender y tener paciencia? -- En mis adentro me dije  --nadie. 
Cuando llego la noche había un silencio y un clima de desolación. Nunca me había sentido tan sola y lejos de mis seres queridos. Me tome un café y sentí como una mosca zumbaba muy cerca de mis oídos hasta que la mate. Eso hizo que me olvidará sólo por instante de aquel ambiente. Luego me llegó la hora de salida, después  de varios meses de trabajo, cuando llegue a mi apartamento y estuve de nuevo sola, oí unos gritos afuera, me asome por la ventana y vi como se  llevaban a unos cuantos ancianos del geriátrico frente a mi apartamento. Algunos familiares desesperados gritaban por ver irse a sus seres queridos. Sin saber si alguna vez se volverían a ver. Vi como sus ojos cambiaron y se volvieron mas brillantes.  Me conmoví tanto que me quede con la imagen de sus ojos perdidos en la nada.   
 A la mañana siguiente tuve que volver al hospital de urgencia. Habían varios compañeros llorando por la muerte de otro compañero.  Había muerto por covid. Uno de ellos se me acerco y me dijo: -- Acá sólo dolor y sufrimientos tenemos. 
-- Si, le dije, -- esto es lo único que tenemos. luego me fui caminando sobre los pasillos.
Fue ahí cuando una compañera me llamó de urgencia a la recepción. Era una llamada de  mi hermana Gris, diciendo, que mi hermana mayor había muerto de covid hace una hora. Mi hermana lloraba y casi no podía hablar entre resuellos decía: -- le pusieron una manta que decía, muerte por covid. --Tranquila voy para allá le dije. 

Me movilicé rápido, pedí permiso y llegué al encuentro con el resto de la familia. Todos lloraban y se abrazaban. Yo muy callada solo recordé las últimas palabras que habían dicho de mi hermana antes de ser entubada: --- Que se haga la voluntad  de Dios. --dijo, Pero la voluntad de Dios fue que mi hermana muriera de covid. Lloré, di la vuelta abrace a mis sobrinos y hermanas y sobre todo a mi madre que lloraba y gritaba desconsolada a todo pulmón, mientras un hermano mio le decía que se callará. Ella muy enojada,  contestó indignada: -- ¿Qué acaso es un perro quien se murió? No, no me digas nada mejor. Mi hermano se calló y dio la vuelta. Yo solo lo observe y opté por no decirle nada por la situación en que estábamos. Ese mismo día mi hermana fue cremada. Enterraron sus cenizas en el cementerio La Piedad. Yo le llamaría la piedad de los muertos olvidados, por que siempre hay flores artificiales en ese cementerio.  

El día después me llamaron al hospital muy temprano. Había una paciente que no quería entubarse. Quería la vacuna. Era una joven de 24 años, le dije que ya era tarde para eso y que la vacuna sólo sirve antes del contagio de la enfermedad. Siguió rogándome y llorando pero terminé entubándola hasta quedarse dormida, cansada me fui a a tomarme un café. Esto se repitió muchas veces. 
  
Habían pasado ya muchos meses y la pandenmia al fin empezó a bajar sus muertos y contagiados  
La muerte de mi hermana Zairda ya casi se había olvidado. La vida continuo su curso. Había llegado el tiempo de la nueva normalidad. Sabía que había llegado a las puertas del infierno y regresado. Vi a los que no pudieron sanarse y murieron.
 Un día ya de tantos después de unas vacaciones, cuando me dirigía a mi trabajo, me tope con un colega y con voz ronca y grave me dijo: -Hola Anita sabes, todo pasa y hasta el dolor también pasa.
-- Si le dije -- pero nada tiene sentido. Pasas toda tu vida trabajando y de pronto llega un enemigo invisible y te mata.
-- también el enemigo pasa. -- Dijo 
--- si le volví a decir: -- pasa pasando la factura de tu vida y la paga es muy alta.
-- Ah mira dijo --No tenía en cuenta ese detalle, tienes razón y dio la vuelta para continuar en su trabajo.  
Yo como siempre me quede viendo el paisaje 
de mi vida, atendiendo a mis pacientes, con un sentimiento de mayor humanidad.      

 
                                   










martes, 4 de agosto de 2020

LA MUERTE DE JACINTO



Cuando Jacinto se levanto de su cama, sintió un dolor muy fuerte que le apretaba el corazón, como si se hubiese quedado dormido por mucho tiempo. Asustado se volteo hacia su hombro izquierdo, preguntándole a la muerte si se lo iba a llevar. Pero la muerte no le contesto. Al pasar el tiempo Jacinto mejoró y se olvido de aquel percance.
Jacinto era un hacendado de buenos negocios y de mucho dinero y siempre que se sentía enfermo le preguntaba a la muerte por su situación de salud, esta nunca le contestaba.  
Tomaba esto como una respuesta que decía: -- ¡Aún no te he tocado!
Desde ese día Jacinto quedo marcado por el destino, pensó tanto en su muerte que decidió desde ese momento arreglar todos sus bienes materiales, la funeraria, el sepelio. Habló con el cura para la confesión y así alistarse un lugar en el cielo. Se compró un seguro de vida y arreglo la herencia de su propiedades a sus hijos. hizo todo hasta olvidarse de aquel asunto, dándole un gran alivio. 
Los días pasaron y Jacinto siguió con su vida multiplicando sus riquezas y bienes. Sus tres hijos se casaron sin asistir nunca a la bodas de cada uno, cuando se enfermaron tampoco asistió a verlos. 
Un día su esposa lo invito a pasearse por el jardín de la hacienda para ver juntos un bello atardecer, donde flores, árboles y aves revestían de alegría aquel lugar. Pero Jacinto con un tono muy frío e indiferente --dijo que no tenía tiempo para esas cosas. Su esposa viendo la insensibilidad de su esposo, entristeció y calló. 
Los días siguieron pasando, llegó el día de su cumpleaños. Todos estaban presente, hijos, esposa y nietos para darle un abrazo o un beso de felicidad. Pero Jacinto no llegó. Se quedo vendiendo una buena cantidad de ganado a otro hacendando. Paso el tiempo y todo se olvidaron de ese momento. 
Fue en una tarde de invierno cuando Jacinto se asomó por la ventana y dijo: -- ¡Qué invierno más feo! No lo deja trabajar a uno. Al otro día hizo calor y dijo: -- ¡Qué sol más horrible!
Un hecho que pasó sin mayor atención. Mientras su esposa disfrutaba del invierno y el verano, Jacinto seguía con sus repeticiones cotidianas y aburridas.
Pero esto no era todo. Jacinto aveces escuchaba que hablaban muy mal de él, se decía que era un Mezquino y mal patrón y eso no le gustaba. Tanto se enojaba que terminaba echando a más de un empleado de la hacienda. De esta manera  defendía su propia imagen a capa y espada.
Todos los fines de semana su esposa lo invitaba a una caminata para disfrutar de las tardes, pero él siempre posponía su invitación argumentando estar siempre ocupado.  --Mañana, otro día decía con cara de obstinado.  
Con los años Jacinto se había hecho más duro y más frío, a pesar de  aquel encuentro cercano con la muerte y otros más. Se había olvidado. De pronto un día Jacinto sintió de nuevo un dolor fuerte en el pecho. Parecía morirse. Esta vez mucho más fuerte. 
-- Hasta aquí me la prestaron --dijo Jacinto. Hospitalizado  preguntó de nuevo a la muerte por su destino, voltio hacia su hombro izquierdo  gritando: -- ¿Si me vas a llevar dime. Por que ya tengo todo arreglado? Ya he cumplido con la vida.  
Esta vez la muerte si le contesto: --- Veo que has arreglado todo y que no se ta olvidado nada. Has puesto en orden tus cosas materiales, pero tu vida sigue siendo un desastre. Te sientes importante. Has vivido como un inmortal y por que te has sentido como un inmortal, te has permitido postergar para un mañana inexistente, las decisiones y acciones que solo hoy podría ejecutar.
Has reprimido tu afecto negándote a expresarlo, olvidando que el único tiempo para tocar, acariciar y encontrarse es hoy y que en cualquier caso sería muy breve.
Nunca has apreciado la belleza de este mundo, has aprendido a verlo todo feo, nunca has visto la belleza de una flor.
Te la has pasado haciendo dinero, defendiendo tu imagen a capa y espada, abandonándote a sentimientos de odio, rencor, ofensa y mezquindad.
 Te has preocupado por pequeñeces hasta el punto de la depresión y la angustia.
Te has quejado por todo y te has pasado acumulando riquezas. Has sido impaciente hasta sentirte derrotado. Por lo tanto tu vida es y a sido siempre un desastre. Te dí el tiempo necesario y las señales para que puedas ver y cambiar tu vida. Tu orgullo y pedantería lo arruino todo. -- Te doy sólo hoy para que arregle tu vida le dijo la muerte. En verdad nunca hubo ni hay tiempo. Acá no sirven los lamentos ni las dudas. solo las decisiones. Como cazadora de almas no tengo prioridad para nadie. 
Jacinto se quedo pasmado pensando seriamente en su vida por primera vez y creyendo que la muerte lo iba a perdonar. Mando a llamar a toda su familia, hijos esposa y demás parientes.
Cuando llegaron todo a su lecho de muerte, todos hablaron con su padre. Él se disculpó con todos y les dijo que los quería mucho y que si salía de su situación grave, iba ser muy diferente con todos.  Todos mostraron un poco de afecto hacia él, nadie lloró, otros se fueron muy callados pensando en la herencia que les tocaba a cada uno. Su  esposa fue la última en salir de aquel lugar donde yacía moribundo Jacinto Ella con voz muy tenue y triste se  despidió de él con un beso en la frente  -dijo: -- Adiós esposo mío. 
Jacinto sólo la vio alejarse con ojos casi cerrados, hasta perderse. Mientras Jacinto le volvía a preguntar a la muerte: ¿Y ahora qué?   
-- Ahora que de qué?.  --Ya estás muerto hace mucho, sólo que hace mucho no lo sabías. Perdiste el alma cuando te obsesionaste por todos tus bienes materiales y riquezas. -- Ahora mira por la ventana de la vida, Tus tres hijos ya se olvidaron de ti, pues ya no registran recuerdo o que fuiste su padre. Administran el negocio y las riquezas que dejaste, siguiendo el mismo camino.
Tu esposa se volvió a casar y regaló todas tus pertenencias a esos pobres que vos con tanta indiferencia despreciaste. Ahora mira tu tumba,  nunca nadie va a visitarte al cementerio ni el día de los muertos ni el día del padre ni el día de tu cumpleaños ni navidad. No hay peor sentir que la soledad de una tumba en el olvido ni peor decepción que creerse vivo sin a verlo estado nunca dijo la muerte.
 La muerte calló y Jacinto solo cerro los ojos, tragado por la oscuridad de una noche sin tiempo.                    

    
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lunes, 10 de septiembre de 2018

EL RICO POBRE


EL PREGONERO
EL RICO POBRE

Había un hombre rico que quería sentir lo que se siente ser pobre.
Era el dueño de varias fábricas de textiles, el cual había heredado de sus padres. La inquietud  nació cuando supo que su ciudad estaba llena de pobres. Sabía de la agonía económica que sufrían sus conciudadanos, mientras el hambre y la humillación los consumía. Entonces decidió disfrazarse de pobre, realizar tareas humildes para experimentar lo que sentían aquellas, personas, optando ser un pregonero. Así que sin informar a nadie de su secreto, decidió acometer su tarea. Cada tarde se ponía una ropa andrajosa de pregonero, tomaba el colectivo y se iba a buscar la edición de la tarde al centro de distribución, y después de batallar contra los otros voceadores para salir primero a vender, se dirigía a luchar por "una buena esquina" Allí permanecía voceando las noticias entre los automóviles, hasta terminar su cuota diaria.    
Hasta que un buen día, en que se encontraba vendiendo sus periódicos, topo frente a frente con uno de sus empleados, uno al que conocía muy bien. Allí estaba con la cara de su empleado a 20 centímetros de la suya, mirándolo fijamente. se le pararon los pelos de todo el cuerpo, nunca había sentido tanto miedo, sintió que moría de verguenza. Pero tenía rato trabajando y supo qué hacer; sin dejar de mirar al hombre, jaló al aire y gritó con más fuerza ¡Preensaaa! El resultado fue increíble. Pues el empleado sencillamente no lo vio. No lo vio a pesar de tenerlo frente a frente  a sólo unos centímetros de distancia. Algo dentro del empleado pasó para no ver semejante cosa. El ver a su jefe vendiendo periódicos en la calle es algo que no podía encajar con su visión del mundo, así que simplemente no lo vio. 
Después de esto aprendió  mucho sobre la naturaleza de la realidad, siguió trabajando muchos años más como pregonero. Le había crecido la barba y estaba más viejo  y cansado. Olvido que tenía empresas y  familia. Continuó su camino, pero el mundo para él, ya nunca volvió a ser el mismo. 
Un día mientras el se encontraba vendiendo el periódico se encontró con uno de su hijo. Este le compró el periódico y dio la vuelta sin darse cuenta que era su padre. Tampoco este le reconoció. 
Días después, cuando su hijo se dispuso a comprar de nuevo el periódico, busco aquel anciano y no lo vio, Entonces se lo compró a otro para leerlo en casa. Al disponerse a leer el diario en casa, este decía en primera plana: -- Muere anciano en demencia, atropellado en la calle 15 por un colectivo.                      







UMA Y LOS TRES ESPEJOS

  UMA Y LOS TRES ESPEJOS Uma era una mujer que tenía tres espejos, uno en la sala, otro en la habitación y el otro en el baño.Tenía diferent...

EL AURA DE LOS CRISTALES