sábado, 3 de septiembre de 2022

LA ÚLTIMA PARADA

 LA ÚLTIMA PARADA DE CORNELIO

 Me encuentro en la funeraria La Ultima Parada del cementerio Santa Rosa. Pero estoy aquí más tieso y frío que un palo al garete. Estoy confundido, alrededor mío hay gente y flores. Tengo ganas de estirar las patas y no puedo. Sin embargo para ellos ya las estiré. Parece que me compraron una caja chica eso fue. ¡Qué desgracia la mía! Siento alergia y picazón y no puedo rascarme el trasero. Oigo a doña Margarita llorando y me pregunto y esta vieja chota por que llora tanto. Luego de haberme hecho la vida imposible. Es la suegra de mala muerte y hablando de muerte ahora recuerdo como pasó todo.

Estaba tomándome unos tragos con mis amigos en la cantina La Piragua, me despide de ellos y al cruzar la calle sentí un golpe que me mando a contar estrellas contra el caño y allí me quede sin poder moverme. Recuerdo que un perro llego a orinarme. La ambulancia llegó después y los curiosos se amontonaron, uno de ellos grito y dijo: -se murió  Cornelio el Piruca, -parece que me conocía. Quise ahorcarlo pero allí tendido no podía hacer nada. En la bulla me robaron la billetera y los zapatos. Me montaron a la ambulancia y creí que me llevarían al hospital y en vez de llevarme a sala de emergencia me llevaron a la morgue. - ¡Qué mala leche la mía adonde fui a parar! - me dije. Vi como el doctor me miraba. Le quise preguntar por qué me miraba así, pero era imposible. Él no me iba a escuchar. Entonces preguntó si tenía seguro de vida y por ahí se escuchó una voz femenina diciendo que no, que no tenía ni donde caer muerto, era mi esposa María 

 - Pero si ya caí muerto y fue de un sólo sopapo – dije. Pero era inútil nadie me escuchaba. Mi esposa medio enojada  le decía al forense que por culpa de mis bebidas y amigotes de alcohol, escribí mi propio destino. - Yo se lo decía que no bebiera tanto que un día el alcohol lo iba a matar -. 

- Ve que esposita más tonta - ,  -primero el alcohol no me mato, y segundo quien me mato fue un estúpido en su vehículo que se dio a la fuga -- dije.

Bueno. - dijo el forense después de haberme examinado y haberme puesto una sábana blanca encima. - El cadáver ya está listo, llévenlo que le pongan los santos olios. 

-- ¡Vaya, sí que estoy de suerte.  - Soy ateo -dije, para que quiero esa boludez. Como quisiera decirle que acá no hay nada más que el suplicio de no poder moverme y no poder hacer nada, ni rascarme el trasero, un verdadero infierno. Luego de todo esto, me llevaron a la capilla del cementerio y a la par la funeraria LA ULTIMA PARADA.  Había poco gente, el cura dio la misa y me hecho su bendición diciendo:  -.Que Dios perdone el alma de este pobre hombre y le de paz a su familia. --Tenga por seguro que habrá paz señor cura --

dijo una voz que salia entre la gente que había,

-- Ve que idiotas - me dije,- Ahora resulta que soy el malo de la película. Bueno, ahora ya estoy aquí y no tengo más que esperar.  Sólo espero que me den el último adiós, algunas lágrimas y un ramito de flor. 

 

Sigo  en la Ultima Parada.

Estoy viendo la vitrina de mi ataúd, cuando de repente alguien llega y me pega un susto que sentí el alma por fuera. Es mi amigo, el alero de mis borracheras, tenía el rostro deformado de tanto beber, lloraba a moco suelto, quise decirle que se callará para que no me diera color de alcohólico, pero el muy bruto seguía con una botella de agua ardiente, tambaleándose y llorando sobre mi féretro, alguien le dijo que se fuera, hizo caso, pero antes dejo dentro de mi ataúd la botella de agua ardiente. Mi esposa habla y dice: - Eso estuvo bien para que no le de sed en el más allá. 

- ay dije si supiera María que no es sed lo que tengo sino angustia e incertidumbre.

Estoy consciente, Todos pasan viéndome, veo las caras de la hipocresía no puedo creerlo. tampoco puedo beber un trago de la botella, veo a mi esposa que se va sin derramar una sólo lágrima. El cura echa la bendición   

Aún no sé qué pasará, Están casi por echarme la última palada de tierra. Se pondrá todo oscuro y luego los gusanos, no quiero ni pensar y lo peor de todo, seré olvidado. Después de unos días mi lápida quedará abandonada.


No somos nada. Pasarán los días y los años y ni un ramo de flores tendré Me habrán olvidado. Pero como dice el dicho, mal de mucho consuelo de tonto, a ellos también les pasará lo mismo. Así que esperaré morirme por segunda vez para ser olvidado. Lo único bueno  es que está vez no va doler con el cuerpo pero si con el alma y lo malo: no podré tomar mi agua ardiente de siempre. Esto si duele. Quizás algún día de muertos, alguien llegue a mi lápida y tire una flor en ella y pueda yo sentir que no se espera en vano en el olvido.


Ahora todo se esta poniendo oscuro y la botella de agua ardiente se está derramando hasta quedar vacía en el vacío, como este cuerpo tieso y frío

en la oscuridad.                  

         


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